miércoles, 30 de junio de 2010

Mi primer contacto con la T.A.

Me gustaría explicar brevemente en este espacio mi propia experiencia como músico y mi relación inicial con la T.A.
Hace ya 20 años tuve una tendinitis en la muñeca de la mano izquierda que casi me provoca un desgarro de tendones, y que me causó muchos problemas, tensiones y la lógica preocupación ya que se prolongó durante varios años y en el comienzo de mi carrera profesional.
Debido a los dolores, dejé de tocar durante todo un año, y al intentar volver y sobre todo cuando se trataba de algún concierto importante, el dolor reaparecía en mi muñeca. Con reposo conseguía calmar el malestar, pero el problema seguía ahí y nadie entendía el porqué. Llegada a este punto comencé a tomar clases de T. Alexander casi por azar, en un principio sin ninguna espectativa debido a que había probado, con poco o ningún éxito, diferentes alternativas supuestamente terapéuticas, médicas y hasta mágicas, pasando incluso por la fisioterapia (Considerada en ocasiones panacea de los problemas corporales), y las famosas infiltraciones de antiinflamatorios que disimulaban el dolor. Ahora sé que era inútil centrar los esfuerzos terapéuticos en mi muñeca, que los problemas en esta parte de mi cuerpo solo eran la manifestación de otro mucho más global y profundo, la reacción de mi cuerpo ante el estímulo de tocar.
Empecé a estar convencida de que mi problema no tendría solución hasta que Antonella Massimo, mi primera profesora de T.A., me hizo descubrir que el problema no era el propio estímulo (el concierto, en mi caso), sino, como ya he dicho, la reacción (en forma de sobretensiones musculares y miedo escénico) que yo generaba ante éste, y me enseño que esta reacción se puede controlar. El dolor en la muñeca era la manifestación de una serie de sobretensiones musculares y hábitos inconscientes adquiridos en años de estudio e interpretación, el dolor provenía de una mala relación dinámica del llamado Control Primario, es decir, la relación entre el cuello, la cabeza y la espalda.
Pasé de estar convencida de que el problema estaba en mi muñeca, a empezar a entender que mis sobretensiones provocadas por el estímulo comenzaban en el cuello, y que cuando lo dejaba más libre, poco a poco el tocar se hacía mucho más fácil.
El trabajo de control consciente y buen uso psicofísico que todo músico puede llevar a cabo es largo y conlleva un esfuerzo considerable, pero en mi opinión es tan necesario como lo es conocer el principio sonoro del propio instrumento.